22 de agosto de 2010

Estudio histórico clínico de una doble epidemia (IV)

Continuamos hoy con el cuarto capítulo de este premiado trabajo de nuestro paisano y médico don Dionisio García Alonso.

CAPÍTULO IV

ATMÓSFERA Y SUS ACCIDENTES

Bien poco podré decir de los elementos atmosféricos que, como modificadores de la pública salud, obran sobre los habitantes de esta villa, por la carencia de datos concretos que sólo pueden ser suministrados en los grandes centros de población, dotados de establecimientos ad hoc, y provistos del instrumental y personal indispensables.

Limitándome, por tanto, á mis propias impresiones, sacadas, por decirlo así, del natural y sin ningún auxilio de instrumentos, consignaré que, al igual de lo que ocurre en casi todas las poblaciones de no muy numeroso vecindario, el aire, en general, debe ser puro en lo que respecta á su composición química, en lo cual ha de tener no poca parte la existencia de los montes que, si no muy inmediatos, circundan el pueblo por todas partes, excepto por el O.

Si alguna alteración sensible en él se nota, más que á sus elementos componentes, débese á la presencia en la atmósfera del pueblo, de polvos y restos minerales u orgánicos que la vista percibe y gases producidos por la descomposición de substancias orgánicas, aguas estancadas, productos de elaboración y primeras materias de las fábricas de curtidos, de que el olfato se encarga de dar cuenta, sobre todo en las inmediaciones de las mismas. Es lógico suponer también la existencia en la atmósfera, sobre todo en algunas épocas, de infinidad de seres microscópicos, agentes de muchas enfermedades infecciosas, que aunque no manifiestos á la percepción de los sentidos, vénse claramente en sus efectos, tomando una buena parte en la cifra total de la morbosidad local.

La temperatura media de esta villa, ha de ser la correspondiente á su situación geográfica; pero se observan en todo tiempo variaciones extremas. En medio de un crudo invierno, suelen venir días primaverales; los fríos intensos, hielos y nevadas propios de aquél, suelen prolongarse á veces hasta Mayo, excepto en años tan excepcionales como el actual; vienen luego calores excesivos en Junio, pero inestables; de modo que á un día de calor que no se resiste impunemente al aire libre, sucede otro de frío intenso, en que el abrigo cuidadoso es necesario; dominan, por fin, los calores, sin faltar alguno que otro día fresco en Julio; Agosto, con su primera quincena de calores, suele después dar la razón al adagio vulgar de Agosto, frío en rostro. Llega Septiembre con altas temperaturas y en sus fines las primeras lluvias vuelven á refrescar la atmósfera, trayendo el otoño, estación la más suave y apacible, que lentamente y sin transición sensible viene á descansar en el invierno, que se inicia antes de su fecha astronómica á principios de Diciembre, con noches de heladas fuertes y días de sol espléndido y agradable temperatura.

La humedad atmosférica en esta villa, está generalmente en relación con las lluvias y vientos dominantes. Los días de niebla son escasos. En cuanto á lluvias, existe la creencia, entre el vulgo, de que el agua llovida en la localidad, es la misma todos los años, siquiera varíen mucho las épocas en que llueve, creencia errónea, en mi concepto, en su primera parte. Las épocas de lluvias más generales, suelen ser el principio del otoño, principios de invierno, casi todo él y primera mitad de la primavera, escaseando desde entonces hasta Septiempre. Las pocas lluvias que en ese intermedio se presentan, casi siempre lo hacen con grandes aparatos de tormentas, constituyendo á veces fuertes granizadas ó enormes chubascos y aguaceros.

En cuanto á los vientos como precursores ó portadores de los fríos y de las aguas, obsérvase que el S. y SO., y más éste que aquél, suelen preceder á las primeras lluvias, y que el más seco es el E. El N. y NO. en todo tiempo y el E. en el invierno, son los portadores de bajas temperaturas, siendo el NO. el que parece reinar en mayor escala en la localidad, cuyo hecho da la clave para la explicación de los fríos que se sienten en cualquiera estación, y más teniendo en cuenta que este viento y el N. son los que por la falta de cerros próximos al pueblo y orientación del terreno, vienen á herir más de plano la superficie de él en toda su extensión.

De donde resulta que la humedad atmosférica es escasa, porque reconociendo como fuente principal la evaporación de las aguas llovedizas, esta evaporación se halla dificultada por la impermeabilidad y declive del suelo, que impiden su absorción y estancamiento, y la poca cantidad que sobre el terreno queda para convertirse en vapor es muy pronto transportada por los vientos dominantes, ávidos de humedad.