13 de agosto de 2010

La edad dorada de los canteros villaviejenses



Resulta indudable que uno de los sectores con más dinamismo en la vida laboral villaviejense a finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX fue el de la cantería y albañilería. De hecho, y según los datos suministrados por D. Dionisio García Alonso en su “Geografía médica de Villavieja”, en 1901 había en nuestro pueblo 87 canteros y albañiles, lo cual venía a significar por aquel entonces más de un 12 % de la población masculina del pueblo en edad de trabajar. Era por tanto el colectivo más importante de trabajadores, después del dedicado a las tareas agrícolas (labradores, ganaderos, jornaleros, …) que representaba el 43,5%.

Con toda probabilidad el importante desarrollo de esta rama vino condicionado en parte por varios factores. Uno, la decidida actuación de las autoridades provinciales y nacionales de entonces que se embarcaron en una política de construcción y reacondicionamiento de caminos vecinales, carreteras y puentes, lo que supuso una gran carga de trabajo a los canteros villaviejenses como veremos más adelante.

Con ocasión de haber sido adjudicadas las subvenciones para caminos vecinales, el ministro de Fomento ha dictado una Real orden de la que entresacamos los siguientes párrafos:
En opinión de este ministerio, el país ha sido interrogado por la ley de construcción de caminos vecinales y a pesar de las justificadas desesperanzas que suscitó el indefinido aplazamiento de estas obras en otro tiempo, el país contesta, tan alto como puede, con voz poderosa que se asocia al Estado, que ansia esos caminos, y subraya su grito de aliento y de vida, con 10 millones de pesetas.
A tiempo en que más de 100.000 ciudadanos podrán utilizar el tránsito rodado para el transporte de sus productos; podrán, por tanto, tener un mayor rendimiento que hasta aquí. Merced a ellas, dos millones quinientos mil españoles se liberan de una vida medieval, por lo que a las comunicaciones se refiere.
“El Salmantino” - Año V, nº 431 – 8 de Noviembre de 1911

Otro factor que sin duda influyó notablemente en el florecimiento de la cantería villaviejense, fue la llegada del ferrocarril. La construcción de esta vía férrea con sus viaductos, túneles, estaciones, muelles de carga, etc. debió de suponer un fuerte impulso, no solamente por el material granítico empleado en sus estructuras, sino también por el hecho de que se abría una nueva y rápida vía de exportación a gran escala de la piedra de Villavieja, que de esta forma lograba romper los estrechos límites de la comarca del Oeste salmantino logrando alcanzar de este modo la capital de la provincia. Y si a esto le sumamos también el empuje modernizador de ámbito local con la construcción de edificios públicos (plaza, escuelas, frontón, …) y privados se comprenderá fácilmente como, en una época, en la que los obreros agrícolas (jornaleros, braceros, ….) lo estaban pasando muy mal –en esos años se empezó a fraguar lo que sería la “gran emigración española” hacia América- la cantería fue para Villavieja, dentro de lo que cabe, una especie de “piedra de salvación”.

No obstante todo lo anterior, los comienzos de esa expansión no fueron fáciles. En 1888, apenas un año después de la inauguración de la línea del ferrocarril, se produce una “mala noticia” para la piedra villaviejense. El Ayuntamiento de Salamanca estaba construyendo el matadero municipal. El contratista que lo hacía llevó la piedra de Villavieja. El arquitecto elaboró un informe muy negativo sobre la misma, incidiendo en el hecho de que en el proyecto figuraba que debía usarse para su edificación piedra de Martinamor. Se aseguraba que la piedra que había llegado por tren de Villavieja era de inferior calidad y que no valía para la obra. Todo esto suscitó un intenso debate en una sesión del Pleno del Ayuntamiento de Salamanca:

El señor Turiel, dijo, que una comisión del ayuntamiento, aunque con el carácter de extraoficial, vio la piedra en la estación del ferrocarril y hasta en la misma obra, y todos creyeron que reuniría buenas condiciones de dureza y que podría equipararse a la de Martinamor; más hoy que está convencido del resultado de la misma como el señor Valle, propuso no se admita más de Villavieja y que se emplee en lo sucesivo la de las canteras de Martinamor……

… y por unanimidad fue aprobado el dictamen de la comisión de obras, proponiendo que no se admita más piedra de las canteras de Villavieja y se exija al contratista el cumplimiento del condicionado de la subasta.

''La Liga de Contribuyentes de Salamanca”
Año VII Número 277 - 18 de noviembre de 1888.

Como se ve fue un tropiezo importante. Se le achacaba a la piedra que era blanda y que no aguantaría bien la climatología salmantina. De hecho se propone que la piedra ya admitida se emplee en zonas donde sufra lo menos posible la acción de la lluvia. Los canteros de Villavieja debieron verle las “orejas al lobo” y para las obras venideras debieron de seleccionar una de mayor dureza. Apenas un año después del descalabro sufrido con la piedra del matadero, lograron la concesión para realizar un ensayo de pavimentación de calles a base de piedra.

Hoy se ha comenzado la colocación de los 160 metros superficiales de adoquines, que el Ayuntamiento ha contratado de las canteras de Villavieja y que por vía de ensayo van a colocarse en la Calle de Zamora.

El Fomento. Año IX, nº 1693. 10 de diciembre de 1889.

Otros seis meses más tarde habían recuperado ya el prestigio para el granito villaviejense dentro del Consistorio salmantino. Se obligaba, por ejemplo, a que las aceras tenían que ser de piedra de nuestras canteras.

El miércoles último se celebró en el Ayuntamiento la subasta de la piedra dura necesaria para la colocación de algunas aceras. La adjudicación se hizo a favor de cierto individuo, cuyo nombre ignoramos, por el tipo de 7,50 pesetas el metro cuadrado. Dichos materiales han de ser de las canteras de Villavieja.

El Fomento, Año X, nº 1856 Viernes 6 de Junio de 1890

Como se puede ver en apenas tres años después de la inauguración del ferrocarril, la calidad del granito que se enviaba y la facilidad de transporte a grandes distancias a través del nuevo medio de locomoción habían logrado poner un “poquito” de moda la piedra de Villavieja en la capital salmantina. Prueba inequívoca de ello es que en la construcción del nuevo mercado en la antigua plaza de la Verdura junto a la Plaza Mayor, que se inició a finales del mes de noviembre de 1899 se usó para el zócalo piedra extraída de las canteras de Villavieja. Y un ejemplo más. Algunos “machones” de la inigualable Plaza Mayor charra se hicieron nuevos en estos años también con granito de Villavieja. A lo largo del verano de 1915 un anuncio publicado en el diario “El Castellano” así nos lo indica:

AVISO. Se hace a los vecinos de Salamanca que habiendo de llevar a efecto la colocación de aceras ordenada por el Ayuntamiento de dicha ciudad, necesitan piedra para ello. Don Jorge Mateos propietario de las canteras de Villavieja y Bogajo, ofrece a los particulares salmantinos dichas canteras, de las que hasta 1º del año próximo podrán adquirir a precios muy económicos toda clase de sillería o piedra granítica, la que se proporciona en ventajosísimas condiciones y precios muy económicos lo cual es debido a terminar en citada fecha el arriendo de dichas canteras. Puede juzgarse de la clase de la piedra que se ofrece por la empleada en los machones nuevos de la Plaza Mayor que perteneciendo a dichas canteras de Villavieja y Bogajo, pueden servir de muestra al comprador. Para entenderse dirigirse al propietario en Villavieja.

Por cierto, según el profesor Álvarez Villar, también las jambas y el dintel monolíticos de la portada de Colegio Arzobispo Fonseca de Salamanca son de granito de Villavieja. (“La Universidad de Salamanca: arte y tradiciones”, pág. 170)

A finales del siglo XIX se va tomando conciencia en la ciudad de Salamanca de la necesidad de mejorar las comunicaciones entre ambas orillas del Tormes. Habida cuenta de que el único puente que existe, el romano, es bastante estrecho, se debate en la ciudad y en el consistorio la posibilidad de modificar su estructura para darle más anchura. Afortunadamente hay alguien que se opone a dicho desaguisado arquitectónico con todas las energías. Se trata de don Enrique Esteban Santos. Este concejal presentó una propuesta el 9 de Diciembre de 1891 en la que aducía una serie de razones para construir un nuevo puente por donde debería pasar además la nueva carretera proyectada por el Gobierno que iba de Villacastín a Vigo. Y no cejó en su empeño durante once años. En septiembre de 1902 se colocó la primera piedra. Las obras a gran escala no comenzarían hasta la primavera del año siguiente (1903). Y eso conllevó una gran carga de trabajo a los canteros villaviejenses como se puede deducir fácilmente de lo publicado por un diario salmantino de la época:

Dicen de Villavieja que hay escasez de personal, en la clase de canteros, en aquella villa. Tenido esto en cuenta y el que los contratistas de las canteras de dicha villa hayan adquirido, según parece, el compromiso de suministrar la cantería necesaria al puente que se ha de construir en Salamanca, llamado de Enrique Esteban, se espera que puedan obtener plaza buen número de canteros de fuera.
“Noticiero Salmantino”, Año VI, n1 1793 – 24 de Febrero de 1903

Y es que por esa misma época se han iniciado también las obras de la Basílica de Santa Teresa en Alba de Tormes, que también ha supuesto trabajo para nuestro pueblo. Publica “El Lábaro” el 17 de Febrero de 1903 la carta que el Obispo de Salamanca ha dirigido al resto de Obispos españoles en solicitud de ayuda económica para financiar la obra. Les da cuenta de lo efectuado hasta el momento:

Ha sido una labor de solidez y de forzosa lentitud la que se ha llevado á cabo para colocar en derredor del perímetro del templo las dos hiladas de sillares graníticos, de 80 centímetros de altura, con la correspondiente longitud cada sillar, sumando más de mil los que constituyen una hilada.

Estos ingentes bloques de finísimo granito primitivo se han extraído y transportado con harta dificultad de las canteras de Martinamor y Villavieja, en la provincia de Salamanca, y, sobre la robusta base por ellos formada, se principiará a asentar la piedra franca de las canteras inmediatas a Salamanca,…

Como se puede deducir: ¡pleno empleo! Por lo menos en este sector laboral. Y la cosa durará unos cuantos años.

Por ese tiempo, -estamos hablando de los comienzos del siglo XX- se fundan en Villavieja bajo los auspicios del ilustre pedagogo don Andrés Manjón dos escuelas privadas, una para niños y otra para niñas que acogerán no solamente a escolares de Villavieja sino también a alguno de lugares tan “lejanos” como Escurial de la Sierra, Gallegos de Argañán y Monsagro. Dichas escuelas, al estilo de las “del Ave María” que este sacerdote fundara con anterioridad en Granada, funcionarán en Villavieja, bajo la dirección de don Filemón Blázquez, juntamente con otras dos públicas u oficiales (también para niños y niñas). En Salamanca capital existían otras similares y entre los métodos pedagógicos utilizados en ellas figuraban ya en aquella época, las excursiones. Villavieja fue destino en dos ocasiones de este tipo de visitas: en 1905 y 1909. En ellas los profesores y alumnos utilizaron las facilidades y descuentos proporcionados por la empresa de los ferrocarriles para acercarse a nuestro pueblo y visitar las fábricas de curtidos y zapatos y, desde luego, las canteras. La prensa de la época se hizo eco de estas excursiones, publicando incluso uno de los medios una fotografía de canteros realizando unos barrenos en la roca granítica.

Hubo niños que en las fábricas de curtidos preguntaron ¿cómo le quitan el pelo a los cueros? ¿Con qué le dan este color? ¿Para qué sirve el zumaque? ¿Es de algún árbol?
Y en las canteras. ¿Cómo pueden cortar estos trozos tan grandes? ¿A dónde llevan las piedras? ¿Con qué las arrastran hasta el tren?

“El Castellano”, Año III, nº 983, 4 de noviembre de 1905


Si el domingo lo pasaron divertidos, mucho más el lunes; la mañana se dedicó a visitar fábricas de curtidos y canteras, el caño y los alrededores, y como teníamos permiso de Lacierva(*), no hubo inconveniente en torear algunos churros, cosa imprescindible en este pueblo.

“El Lábaro”, Año XIII, nº 3652, 16 de Abril de 1909

(*) Alude a la prohibición que este ministro impuso acerca de la celebración de algunos festejos taurinos.

Sin lugar a dudas fueron los años de las “vacas gordas” de la cantería villaviejense. Para hacernos una idea de las obras proyectadas en esa época en la comarca vamos a transcribir lo que publicaba el corresponsal en Villavieja de “El Castellano” en la edición de este periódico del día 9 de julio de 1909.

Yo no sé si habremos entrado en la era máxima de actividad respecto a obras públicas en el partido de Vitigudino, pero es lo cierto que de pocos años a esta parte vamos progresando mucho, sobre todo con respecto a caminos.
Hemos visto hacer en relativamente tiempo corto, el puente de Vegaredonda y el de Resbala sobre el Yeltes, los trozos de carretera de Saucelle al primero y del segundo a Lumbrales; el camino vecinal (hoy carretera) de Bogajo a Vitigudino, el trozo primero del de Barruecopardo a Saucelle y el primero también de la carretera de Vitigudino a Sequeros. Hoy se están haciendo el trozo segundo de esta misma, del que es una parte atrevidilla ya concluida el puente casi horizontal del Cubo de Don Sancho, honra del ingeniero que lo estudió y del contratista don Jorge Mateos, y el del puente del Resbala a Barruecopardo; y en estudios han andado estos días para las carreteras de Vitigudino a la Bouza, Vitigudino a Mieza, Yecla a Villavieja y Villavieja al Collado pasando por los baños de Retortillo. Se me pasaba ya la subastada en Diciembre último y que no sé si estará en construcción de Lumbrales a Vegaredonda, y con esto creo que quedan justificadas las palabras que estampé al principio.
Nunca se hablan conocido por aquí tantas obras juntas y de tanta utilidad, y vayan por ello mis plácemes a don Luis Maldonado en primer término con su lugarteniente don Rogelio, y por algunos de ellos que beneficiarán también a Ciudad-Rodrigo, a los señores Sánchez Arjona.

Por las indicaciones que se dan en el texto, el que se denomina Puente de Vegaredonda debería de corresponderse con el conocido actualmente como “Puente de La Molinera” sobre el río Huebra-Yeltes en la carretera de Lumbrales a Saucelle.


El puente Resbala también está sobre el mismo río, pero en la carretera de Bermellar a Saldeana. Hacía poco más de un año que habían finalizado las obras de esta infraestructura cuando sobrevino la famosa riada de diciembre de 1909 que se lo llevó por delante, con lo que hubo de reiniciarse todo el proceso. En 1914 el Ministerio de Fomento en coordinación con la Diputación provincial aprobaba una nueva ampliación del presupuesto para poder finalizar la “reparación”. Las obras las ejecutarían los canteros villaviejenses.

Uno de los contratistas del puente Resbala y de los que más se han distinguido por su pericia, hasta quitar las cimbras de aquella monumental obra es nuestro joven e ilustrado Alcalde, don Anastasio Mateos, por cuyo triunfo, no solo él, sino este pueblo todo, está de enhorabuena.
“El Castellano”, Año I, nº 46. 31 de octubre de 1914

La obra no se concluiría hasta 1916, como nos lo indica una crónica enviada por el corresponsal de “El Salmantino” en Villavieja:

Hace pocos días tuve necesidad de atravesar el puente recién concluido de Resbala entre Saldeana y Bermellar, y no puedo menos de declarar que es aquella una obra soberbia que honra a nuestro paisano el ingeniero don José Luis Martin que la ideó, según mis noticias, y a los contratistas que la llevaron a cabo.
Hacía ya tiempo que había pasado por allí, cuando estaban poniendo las cimbras y había desperdigadas miles y miles de piedras numeradas en las inmediaciones. El encargado de las obras, Anastasio Mateos, me enseñó entonces los planos por él dibujados, y me dio detalles. Comprendí entonces que iba a resultar una obra hermosa, pero esta hermosura es ahora cuando se ve; y si orgullo puede caber por ver realizada una cosa en la que no ha tomado uno arte ni parte; yo me enorgullezco de que tengamos ese puente en esta región, y de que hayan sido paisanos también los canteros de Villavieja, sus artífices, de los cuales quedan algunos aún allí suavizando a fuerza de dinamita una pendiente de la avenida Sur…
“El Salmantino”, Año VIII, nº 1745 – 30 de Marzo de 1916

Y, ¡de puente a puente! Así, mientras se “suaviza la ladera”, toda la acción se traslada hacia la carretera que debía conectar El Collado con Villavieja. Los grandes impulsores de esta obra habían sido los miembros de la familia Arjona. En concreto, del que era senador vitalicio y propietario de los Baños de Retortillo, don Luis Sánchez Arjona. El empeño por construir esta carretera no gustaba para nada en Ciudad Rodrigo como se puede apreciar en alguna publicación mirobrigense de la época. Se quejan de que dos años después de la riada de 1909 que también destruyó el puente de Sancti Spiritus éste no haya sido reconstruido y sin embargo se esté estudiando ya la posibilidad de realizar la carretera al Balneario.

… ya se ha adjudicado la construcción de la carretera que ha de pasar por los baños de Retortillo propiedad del “amo viejo” que, aun cuando dice que ha dejado la política, continua entre bastidores arrimando el ascua a su sardina aunque las del prójimo se queden crudas.
“La Iberia”, Año XII nº 630 – 15 de Mayo de 1915

A los deseos “interesados” de Sánchez Arjona se sumaron los de los representantes en las Cortes por el partido de Vitigudino y suponemos que también el del que en algunos ámbitos era conocido como “diputado provincial perpetuo”, es decir, don Rogelio Miguel del Corral Vicente (natural de Lumbrales, casado en 1907 con la villaviejense Isabel Rodríguez García y desde entonces, vecino de Villavieja) que en estos años ostentaba el cargo de Presidente de la Diputación Provincial de Salamanca. Con todos estos apoyos, el proyecto de carretera salió adelante. Era necesario, por tanto, construir un nuevo puente. El contratista elegido para ello fue don Anastasio Mateos Sevillano. Así pues, esta nueva infraestructura de la comarca llevaría también la impronta de los canteros de Villavieja. ¡Y no sería el último!


El descimbre del Puente sobre el Yeltes en los Baños de Retortillo
El día 18 del actual, tuvo lugar el descimbre; de dicho Puente; a las once de su mañana, se dio principio a dar salida a la arena que se encerraba en las cajas que de antemano estaban preparadas, bajo la inspección del Ingeniero don Joaquín Arriandiaga, del Ayudante don Manuel Sánchez Tirado y de nuestro amigo, don Justo Lorenzo., encargado de la dirección de la operación, auxiliado por el constructor, don Anastasio Mateos.
La operación consiste, en separar la cimbra del arco que ya dijimos que media treinta metros de luz, habiendo comprobado que la clave solo descendió un centímetro, lo que demuestra que las juntas de las dovelas estaban a hueso completamente.
La operación fue presenciada por un gentío inmenso, entre los que figuraban muchos de Salamanca, Retortillo, el Ayuntamiento de Villavieja (que está deseoso de que se dé principio a los trabajos del trozo segundo), por todos los bañistas que se encontraban aquel día en el Balneario, y cuatro o cinco personas de esta localidad. Terminada la operación los invitados fueron obsequiados por el contratista, con un suculento banquete, champán y habanos. Hemos oído hacer grandes elogios de la obra, tanto por su construcción esmerada, como por su conjunto.
Nuestra más cordial enhorabuena, a los señores que han intervenido en su construcción y .en especialidad, al señor Mateos, que con tanto acierto ha interpretado el proyecto.
“La Iberia”, Año XIV, nº 701. 23 de Septiembre de 1916.


Construida esta carretera, a Villavieja le quedaba pendiente la comunicación con el norte, es decir, con Yecla y Vitigudino. No se debieron quedar de brazos cruzados los representantes comarcales, pues, no se había terminado aún el tramo de los Baños a Villavieja cuando ya estaba en plena faena el de Villavieja a Yecla. Así lo contaba el corresponsal de “El Salmantino” en nuestro pueblo en Febrero de 1919.

El trozo hasta los Baños, con puente y todo, creo que está terminado y que ya se utilizó el verano pasado. De los Baños aquí, faltará quizá el relleno sólido en algunos pedazos, y en él se está trabajando.
Desde aquí hasta 400 metros más del Yeltes en término de Yecla es donde se hace ahora con más actividad, y el trozo último hasta el pueblo de Yecla en donde ya se une a la carretera de Bogajo a Vitigudino, dícese que saldrá a subasta pronto.
De este modo nos veremos unidos por Norte y por Sur con puntos importantes saliendo del aislamiento en que estaba este pueblo a quien solo le daba vida la vía férrea.
De este beneficio creo que somos deudores a los señores Maldonado, Puerto Seguro, Corral y muy especialmente al Senador vitalicio señor Sánchez Arjona, quien aunque por fines particulares y como dueño de los baños idease las carreteras, se unió después a nuestros representantes al hacer la petición….
Las obras en este término, van ya bastante adelantadas. De ellas comen hoy lo menos cien familias, y construidas ya las ocho pilas o machones del puente, y mientras se preparan las piezas de los arcos para cerrarlos en el verano próximo y siguen en las cartillas o atarjeas los canteros, están los peones haciendo desmontes y trincheras en puntos ya muy próximos al pueblo.
No es, pues, tanto de temer la miseria en esta primavera, a pesar de lo carísimo, y cada vez más, de las subsistencias, máxime cuando el contratista es nuestro convecino el señor Mateos, quien a no poder menos sería cuando despidiese a algún obrero, admitiendo en cambio gustoso a cuantos se presenten, si los fondos dan para ello.
“El Salmantino”, Año XI, nº 2581 – 4 de Febrero de 1919

Resultan muy interesantes los dos últimos párrafos del artículo. No debemos olvidarnos de que fueron años muy complicados. Durante la Primera Guerra Mundial, España permaneció neutral, lo cual se tradujo en un importante desarrollo de ciertas industrias y un florecimiento del comercio. Los beligerantes necesitaban alimentos, armas, uniformes, … de lo que indudablemente se benefició nuestro país. Por lo menos hasta 1917. Pero claro, esa bonanza económica trajo aparejado también un aumento de precios de productos básicos y por tanto, un desequilibrio importante entre precios y salarios que terminaría en un malestar general de gran parte de la población obrera que cristalizaría en la famosa huelga general "revolucionaria" de 1917. Fueron años muy duros para la clase obrera. Y de mucha hambre. Así, por ejemplo, en Vitigudino, en el año 1916:

Persiste el vecindario, o sea la clase obrera, en su petición de pan y trabajo, y el Ayuntamiento no ceja tampoco en sus gestiones hasta conseguir salga a subasta cuando menos el primer trozo de la carretera de Vitigudino a Mieza.

“El Salmantino”, Año VIII, nº 1745 – 30 de marzo de 1916

En el mismo periódico y en la misma fecha se nos habla también acerca de la crítica situación en Ciudad Rodrigo.

Llevamos ocho días de honda preocupación y en nuestro pueblo hace años que no se conoce tanta miseria como en el año actual. Las pertinaces y constantes lluvias, han contribuido poderosamente al malestar reinante, el cual no ha podido amortiguarse a pesar de los esfuerzos rechazados (sic) por la Corporación municipal y algunos caritativos, vecinos. Necesítase que los terratenientes y el Gobierno se preocupen de la situación y acudan en nuestro auxilio abriendo obras y enviando recursos, o de lo contrario nada tendría de particular que Ciudad Rodrigo se viera obligado a dar un espectáculo de los que consigo suele traer el hambre y la miseria.
“El Salmantino”, Año VIII, nº 1745 – 30 de marzo de 1916

En este sentido, gran parte de la población villaviejense pudo considerarse bastante afortunada, ya que la terrible crisis de esos años, pudo ser capeada debido al trabajo que proporcionaban los sectores de cantería, curtidos y zapatería. A este respecto me gustaría señalar también que una fábrica de zapatos de Villavieja anunciaba a finales de 1914 que su producción semanal era de 2.000 pares.

Además de las importantes obras públicas acometidas por el Gobierno y la Diputación en nuestra comarca, también el Ayuntamiento villaviejense proporcionó una cierta carga de trabajo al gremio de canteros local. Así, durante esos años, se acometieron una serie importante de obras como
  • instalación de un sistema público de abastecimiento de agua corriente (depósito, caño, fuentes, lavaderos,..)
  • remodelación de los portales de la plaza mayor con la sustitución unas veces y la construcción otras de nuevos pilares y arcos,
  • edificación de las Escuelas Graduadas (se tenían que haber inaugurado el 30 de agosto de 1917 y se pensaba contar con la presencia del Director General de Enseñanza Primaria, D. Eloy Bullón, así como del Gobernador y de los Diputados comarcales, pero la resaca de la famosa huelga general de agosto de 1917 impidió y aconsejó aplazarla a una fecha posterior, realizándose finalmente en enero de 1918, sin la fastuosidad que se hubiese querido),
  • construcción del frontón (se inauguró en las ferias y fiestas de 1916),
  • realización de muelles de carga y embarcadero en la estación de ferrocarril
  • ….

Además de estas obras públicas se le dio también un buen impulso a la construcción de casas y viviendas particulares, no solamente en nuestro pueblo sino también en los de nuestro alrededor e incluso en poblaciones algo más alejadas como Ciudad Rodrigo y Aldeadávila de la Ribera.

Desgraciadamente, con el paso de los años vinieron las “vacas flacas” y a finales de los años cincuenta y comienzo de los sesenta del siglo XX la decadencia de todos los sectores industriales de Villavieja comenzó a ser preocupante por la falta de iniciativas de modernización de éstas y la consiguiente pérdida de competitividad que se tradujo en un progresivo e irreversible cierre de fábricas y talleres que ocasionó lo que podíamos denominar la segunda gran emigración con destino a las grandes áreas industriales de nuestro país: Barcelona, Madrid, Bilbao, ... y hacia algunos países europeos: Francia, Alemania, Suiza,…. La primera emigración en masa había ocurrido a comienzos del siglo y había afectado principalmente a la clase agraria (jornaleros y braceros) que ante las enormes dificultades para subsistir se vieron obligados a buscar trabajo y comida allende los mares: Argentina, Brasil, Cuba, …

No obstante, tras esta segunda y masiva desbandada, la cantería, resguardada en buena parte bajo el paraguas de empresas de la construcción que pudieron continuar su labor apoyadas principalmente en las grandes obras de los saltos hidroeléctricos del Duero, pudo continuar trabajando a lo largo del siglo si bien no con la plenitud con la que lo había hecho en las primeras décadas del mismo.

Hoy día, la modernización ha alcanzado también a este tradicional oficio villaviejense y así, disponemos en Villavieja tanto de una empresa extractiva (Minas y Geología) que comercializa una marca de granito típico de nuestro pueblo “granito de Villavieja” de coloración blanca (leucogranito) que extrae de las canteras de Valgrande y Trincheras y de otra empresa (Canteros Artesanos de Villavieja) dedicada a la transformación y elaboración de productos derivados del mismo.


No quisiera terminar este artículo sin hacer una breve mención a los dos canteros-contratistas cuyos nombres han aparecido en los textos entresacados de la prensa provincial de entonces y que fueron los ejecutores de la construcción de gran parte de los puentes de la comarca. Se trata de Jorge y Anastasio Mateos. Padre e hijo. Descendientes directos –y con ellos prácticamente todos los Mateos villaviejenses- de otro cantero, que también ejerció de sacristán, natural de San Felices de los Gallegos y casado con Bernarda López de Miranda del Castañar. Se establecieron en Villavieja en la primera mitad del siglo XVIII. A modo de ejemplo, pongo la línea del árbol genealógico que conduce hasta Anastasio Mateos:

  • José Mateos Cáceres (San Felices de los Gallegos)
  • Pedro Mateos López (Villavieja, 1741)
  • José Mateos Vázquez (Villavieja, 1787)
  • Anselmo Mateos Merchán (Villavieja, 1825)
  • Jorge Mateos Acosta (Villavieja, 1855)
  • Anastasio Mateos Sevillano (Villavieja, 1877). Se casó en 1901 con Elisa Orive Merchán. Falleció en 1925.
Vaya desde estas líneas nuestro respeto, admiración, agradecimiento y homenaje, no solamente hacias las personas mencionadas anteriormente, sino también a la multitud de canteros anónimos que con su trabajo, dedicación, esfuerzo y buen hacer han contribuido y contribuyen a dar esplendor al pueblo de Villavieja.