22 de septiembre de 2010

Un acuerdo "ridículo"

¡Que conste que el calificativo no es mío! El día 3 de Mayo de 1903, el semanario "El Centinela" de tendencia liberal republicana que se publicaba en Ciudad Rodrigo reproducía una comunicación de un vecino de Villarino llamado Valentín Asensio Benito. Esta persona aparece en octubre del mismo año como el organizador de la Junta Municipal Republicana en el pueblo de Villarino de los Aires encuadrado en el distrito de Ledesma. Fue también juez municipal de dicho pueblo varias veces. Era hermano de Manuel Asensio Benito, abogado residente en Toro (Zamora).
En 1905 el Gobernador civil de la provincia de Salamanca aprobó los estatutos de una nueva sociedad constituida en Villarino de los Aires y que se denominaba "Sociedad Agrícola Villarinense". Entre sus objetivos se encontraban el realizar "un nuevo esfuerzo de la iniciativa particular que busca medios de remediar los males que pesan sobre nuestro país, sin invocar ni apelar a la protección del Estado. La sociedad villarinense está llamada a influir de un modo eficaz en la prosperidad del pueblo en que se halla domiciliada, que es uno de los más importantes de aquella comarca y tal vez en la prosperidad de la comarca toda". El Secretario de esta Sociedad era Valentín Asensio. Transcribimos a continuación el contenido íntegro del artículo enviado a "El Centinela" de Ciudad Rodrigo.

Para muestra basta un... acuerdo ridículo

Como consecuencia de haberse presentado en proporciones alarmantes en los viñedos de Villarino de los Aires, de esta provincia, el temible insecto conocido con el nombre de Altisa ó Pulgón, aquél Ayuntamiento se reunió en sesión el día 12,con el fin de acordar los medios que habían de poner en práctica para combatir la terrible plaga que amenaza destruir la próxima cosecha en los terrenos escasos que ha dejado en condiciones de producción la devastadora filoxera.

Pues bien: dicha Corporación, después de madura deliberación, tomó, segura de su eficacia y como único é insustituible remedio al mal presente, el acuerdo de solicitar del señor Obispo de Salamanca les enviara un fraile que conjurara é hiciera desaparecer de la vid tan temible insecto, con lo cual se devolvería la calma y tranquilidad a este vecindario.

Unánimemente aprobado por todos los asistentes, se firmó el acta en que se hizo constar é inmediatamente se nombró una comisión, que al día siguiente fuera á la capital con el fin de hacer las gestiones conducentes á llevar á cabo tan singular acuerdo. Tal medida ¡ay! me llena de tristeza al considerar que en un pueblo de relativa importancia y numeroso vecindario, 3.000 almas, haya todavía quien, como nuestros preclaros administradores, acuda á tales recursos para combatir esa o parecidas desgracias, sin acordarse para nada de inquirir los adelantos que la ciencia moderna ha conseguido en fuerza de un constante y aprovechoso estudio, hecho en el terreno experimental, por sabios que a aumentar el radio de acción del saber humano, han consagrado todos sus esfuerzos.

Pero nada: estos sempiternos directores que en asuntos que afecten al bien general, la "visten al revés" de lo que marca un mediano sentido común, no conciben mas que cosas sobrenaturales o milagros, siempre á su disposición, esto es, cuando su mollera concibe la oportunidad de que se hagan.

En este hecho concreto, creen con todo su exiguo espíritu y su mucha pero mucha materia, estos ilustrados miembros, que el mejor insecticida para destruir el pulgón en su mayor desarrollo, son las bendiciones de un fraile cualquiera, hechas no sabemos si antes ó después de tomar el chocolate de Matías López ó la carabina de Ambrosio.

Esto es lo que a ellos les da esperanza, eficacia indiscutible, segura. Los procedimientos seguidos en la vecina República y otros países con el mismo fin, valiéndose para ello de el arseniato de cobre, el polvo piretro, el azufre de Apt, etc., etc. en las proporciones y forma que recomiendan personas de tanta autoridad como don Juan Gavilau, catedrático de Agricultura en el Instituto de Segovia, el Dr. Trabut, M. Gervais y M. Magen, ingeniero agrónomo, son para ellos un mito: algo así como ellos: los Ambrosios que colaboraron en la confección del arma antes citada.

¡Desgraciado pueblo! Así se explica, que siendo tan laborioso y económico, cual puede serlo pueblo alguno, venga atravesando, desde hace cinco lustros, una horrible crisis, y, que cada vez estrecha más y más el cerco de la miseria y el hambre.

Prueba triste y elocuente, es la horrorosa emigración, que, desde ese tiempo, se nota en dicha localidad, en la que numerosas familias abandonan sus hogares en pos de una vida y bienestar que en su pueblo natal no hallan.

Familias bien acomodadas, sin haber malrotado ni un céntimo en su vida, (desprovistas de vicios que pudieran muy bien haber sido la base de su ruina) marchan a regiones ignotas sin más rumbo fijo, ni ilustración, ni más medios de subsistencia que los que le puedan dar unas cuantas compañías explotadoras que se anuncian, agentes de emigración, que les llevan a climas eminentemente malsanos y de los cuales no todos los emigrantes vuelven.

En un pueblo de terrenos propios, y no de mala clase, cuyos dueños han tenido siempre por emblema la laboriosidad, la virtud y sobre todo la economía, parece ser que no debiera penetrar dentro de sus muros la miseria si no es por su mala administración.

¿Cómo no ha de suceder? Con un criterio como el seguido para la destrucción del Altisa en los viñedos, no se puede esperar otra cosa más que la ruina total de su vecindario.

A ella va, irremisiblemente, Villarino, si, como un solo hombre, no se alza y sacude pronto, muy pronto, siguiendo el ejemplo de otros pueblos comarcanos, el tirano y déspota yugo que dos oligarcas vividores le han impuesto, abusando y aprovechándose de la bondad, ignorancia y timidez de sus conciudadanos. ¡ En fin, esperemos el resultado del acuerdo concejil y esperemos también el siglo de las luces que sería para estos mandones el siglo XXXIX, (si tanto vivieran) ya que hasta el XX para ellos han sido de tinieblas.

Un Demócrata o Valentín Asensio.
"El Centinela". Periodico democrático independiente
Ciudad Rodrigo, 3 de Mayo de 1903 - Año I, nº 6