10 de mayo de 2011

Incendio de un prado

Las condiciones climatológicas de nuestro entorno han ido variando a lo largo de estos últimos años debido a diversas causas que los científicos engloban dentro del llamado "cambio climático". Recuerdo de pequeño, que el mes de mayo era ya de intenso calor, y que durante dicho mes y el precedente se procedía a la recolección del heno, que generalmente se amontonaba en reducto acotado dentro del propio prado formando una especie de cono, denominado "henazo" o "niazo", con la hierba apelmazada y que se conservaba perfectamente para ser utilizado como alimento para el ganado en la época invernal. Los meses de abril y mayo eran, por tanto, los meses de la "guadaña". No era frecuente el que se produjesesn incendios, a pesar de las "chispas" que podían saltar por el choque del acero de las guadañas con alguna piedrecilla, por estar entonces aún la hierba bastante verde, salvo que .... ¡fuesen intencionados! como parece ser que fue el que ocurrió en Villavieja hace ahora cien años:

Un incendio.
La Guardia civil del puesto de Villavieja comunica a esta comandancia que en la madrugada del día 30 de Abril ocurrió un incendio en un prado propiedad de la vecina de dicha villa doña María García Sánchez. Cuando acudió la benemérita en unión de varios vecinos, era ya imposible atajar la acción devastadora de las llamas, que habían alcanzado ya una gran parva de heno. Se cree que el siniestro lo ha producido alguna mano criminal.
Las pérdidas ascienden a unas 800 pesetas.

El Adelanto, 4 de Mayo de 1911

Pero no quedó aquí la cosa. Las investigaciones no debieron dar resultado y el "pirómano" volvió a actuar tres meses más tarde. Lo contaba también "El Adelanto" del 24 de Julio de 1911:

Desde Villavija.
Incendio de otro henazo.
Es la segunda vez, en poco tiempo, que se ha repetido el caso. La noche anterior ha sido reducido á cenizas un henazo, propiedad de doña María García, y no, al parecer, por motivo casual, sino porque una mano criminal habrá introducido el fuego en su interior para hacer su gusto y vengarse así de algún agravio. El hecho es cobarde como el otro anterior de hace apenas tres meses, en que dicha señora hubo de sufrir pérdidas por valor, según se dijo, de 750 pesetas. Ahora no sé á cuánto ascenderán; pero sean más ó menos, no es esto lo que quiero vituperar, sino el acto tan ruin de quien, no sintiéndose con fuerzas para medirlas con las personas, se atreve con sus cosas y bienes solamente, fiado en la impunidad en que quedó el incendio anterior.
Estos no son actos de pueblos cultos, aunque en ellos se cebe la pasión. Son solamente de algún desequilibrado en quien la razón, mal dirigida, no ha sido capaz de oponerse al instinto. Y como el nombre del pueblo no es justo que padezca tan solo por el hecho de albergar en su seno algún ente de esos que después de todo deben inspirar compasión y lástima por parte de las personas honradas, de ahí que levante mi voz de protesta en pró de Villavieja, que indignada por esos sucesos, debe de clamar y clama hoy porque se descubran los autores de ellos, confiando en que así ha de ocurrir, y que entonces nadie ha de poner en entredicho la honradez, en general, de un pueblo que tendrá sus defectos como todos y cuyos bandos luchan sin tregua ni descanso, pero que son incapaces, como pueblo y como bandos, de dirimir sus discordias político-personales, por medios tan execrables y tan bajos. El corresponsal

¿Cuestiones políticas? ¡Podría ser! ...

Por cierto, en fechas no muy lejanas, ¡alguien emuló estas centenarias faenas incendiando pajares!

¡Jesús, que pueblo!

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