7 de junio de 2011

Muerto el perro....

Hasta que Pasteur en 1885 no logró descubrir la vacuna y el suero antirrábico, la hidrofobia, más comunmento conocida por la gente con el nombre de rabia, era una enfermedad mortal. El tratamiento descubierto por el genial investigador francés vino a poner remedio a una enfermedad bastante común y contra la que no había, hasta entonces, cura posible. La única opción preventiva era sacrificar todo animal que se supiera estaba infectado. Y como uno de los casos más frecuentes era el de los perros, de ahí procede el popular dicho de "Muerto el perro, se acabó la rabia".

Tratamiento antirrábico a dos niñas mordidas por un perro. (Web: Memoria de Madrid)

Estamos en 1906. Hace, por tanto, más de 20 años del genial descubrimiento de Pasteur. Pero ese evidente adelanto de la medicina llega con cierta lentitud a estas latitudes (hay un centro antirrábico en Salamanca para atender a toda la provincia). Esa lentitud y acaso también un desconocimiento del tema hacen que los pueblos sigan teniendo verdadero pánico a esta enfermedad y por ende a los perros rabiosos. Eso puede explicar, sin lugar a dudas, un hecho que ocurrió en Alba de Tormes en febrero del año mencionado anteriormente. La entrada en la población de un perro hidrófobo provocó una verdadera cacería a tiro limpio que pudo haber ocasionado una verdadera tragedia. La cosa, se quedó en susto. Pero veamos como lo cuenta "El Castellano" en su edición del día 9 de febrero de 1906:

El día de hoy ha amanecido ruidoso y terrible. A primera hora resonó en las calles un fuerte tiroteo que alarmó al vecindario. La causa fué la siguiente:
Persiguiendo a un perro que se creía hidrófobo un hombre penetró en el pueblo disparando varios tiros de escopeta coutra el animal. Inmediatamente otros muchos vecinos de la villa salieron con armas en persecución del can que atravesó a la carrera la plaza y las principales calles.
Uno de los disparos hechos en la plaza fué a herir a una de las vendedoras que allí se hallaba, causándola una ligera herida en una ceja.
El can perseguido fué a refugiarse en el portal de la casa que habita el abogado señor Mosquete en la calle de Carlos III; pero allí fué muerto por el señor Rodríguez Rubia, que disparó contra el can varios tiros de revólver mauser.
También han sido muertos a tiros otros perros que habían sufrido mordeduras del perro rabioso y una caballería menor a la que también había mordido.
La mujer herida por el disparo ha sido reconocida por los médicos que aseguran que la herida carece da importancia. Un fragmento de bala le penetró bajo la piel de la ceja, y eso es todo.
No hay para qué decir que el suceso ha impresionado grandemente al vecindario.

¡Como para no impresionar! ¡A poco más caen más muertos por las balas que por el perro enfermo!

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