9 de noviembre de 2011

La Primera República portuguesa

La Primera República Portuguesa se desarrolló durante un periodo de dieciséis años en la Historia de Portugal, entre el final de la Monarquía constitucional y el golpe de Estado (António de Oliveira Salazar) de 1926. Comenzó con la Revolución del 5 de octubre de 1910. En España la situación se vivió con cierta preocupación.Y sobre todo en las poblaciones situadas cerca de la frontera. Ciudad Rodrigo fue una de ellas.

La república provocó importantes fracturas en la sociedad portuguesa, especialmente entre la población rural de corte monárquico, los sindicatos y la Iglesia Católica. Incluso el partido republicano se encontraba dividido. Además, las fuerzas opositoras comenzaron a hacer uso de la violencia como método para retomar el poder. Y la cosa no pintaba nada bien. En Europa, España incluida, se hablaba sin tapujos de una intervención armada. Afortunadamente no se llegó a tanto, con lo que nuestra comarca no volvería a sufrir las consecuencias de los encontronazos entre portugueses y españoles que tantos disgustos han ocasionado a los salmantinos a lo largo de la historia. Lo que sigue a continuación se publicaba en el "Avante" de Ciudad Rodrigo en febrero de 1911. Vean el tono del artículo.

Lo de Portugal
No estará demás, que también nosotros echemos un cuarto a espadas sobre este asunto, que por lo visto preocupa en la actualidad más de lo que parece a todas las potencias europeas grandes y chicas. Al fin y al cabo no sólo son vecinos nuestros, como del resto de los españoles, sino que además vivimos en el mismo barrio y apenas separa nuestra vivienda y la suya un tan débil tabique, que se pueden oir las conversaciones más reservadas, y con más razón las riñas y pelamesas. No tendría, pues, nada de particular, que por fas ó por nefas, de ese charco llegaran a nosotros, más que a nadie, las salpicaduras, como diría Maura, el hombre de las frases raras, bonitas y baratas. Hagamos, pues, también nosotros cabalas sobre tan manoseado como escabroso asunto.
Que a nuestros pobres y mal aconsejados vecinos se les ha subido la república a la cabeza y se han emborrachado de libertad, democracia y anteclericalísmo hasta el punto de que a la hora de ahora se dan de calabazadas contra las paredes y toda la calle es suya, y los dedos se les antojan huéspedes, es una verdad tan sabida, que locura sería ponerla en duda. El nuevo gobierno portugués, como chico con zapatos nuevos, no dá un paso sin su correspondiente resbalón y no es difícil preveer que el día menos pensado, después de haber comprometido malamente ante las naciones civilizadas a todo el pueblo portugués, acabará por dar un tumbo tan ridículo y vergonzoso, como vergonzosa y ridicula fué la revolución que lo entronizó. Ese día parece que está cerca y que, a mucho tirar, no será después de las elecciones próximas.
Descontada, pues, esta innegable verdad, todo el mundo se pregunta: ¿y las demás naciones, la nuestra principalmente, permanecerán impasibles y cruzadas de brazos, ante este estado de cosas anormal, violento, contrario a todos los principios de derecho internacional? Parece que no, y si hemos de creer a la prensa, que se dice bien enterada, hace tiempo está acordada, no sabemos por quien, una intervención armada de España y probablemente de Inglaterra, para poner término a ia anarquía reinante en la nueva y flamante república. Periódico hay que asegura saber qué general ha de mandar el ejército de invasión, cuantos miles de hombres lo compondrán y hasta los puntos por donde ha de verificarse la invasión, por cierto que entre esos puntos no figura para nada Ciudad Rodrigo, a pesar de tener nosotros aprendido hace mucho tiempo de labios de personas competentes, .que este es el punto obligado, lo mismo para el ataque, que para la defensa, en toda guerra con Portugal. Estaría bueno, que, si estas hipótesis tuvieran fundamento, mientras dos ejércitos españoles entraban por Galicia y por Badajoz, como indican los aludidos periódicos, se nos colaran por aquí los portugueses, cogiéndonos tan prevenidos como estamos.
Porque es el caso, que añaden también, que en algunas plazas fronterizas.de algún tiempo áesta parte, se van acumulando elementos de combate, que no pueden tener otra finalidad más que la hipotética intervención de que vamos hablando; y a la verdad por lo que toca a Ciudad Rodrigo, debe haberse hecho eso con mucho sigilo, puesto que nadie se ha enterado de ello. ¿Seríamos tan desgraciados, que ni siquiera esta pequeña ilusión se nos gozara? ¿De cuándo acá habrá perdido Ciudad Rodrigo su antigua importancia estratégica? En fin, será esto hablar de la mar pero ya que todo el mundo habla ¿por qué no hemos de hablar nosotros? Y a todo esto, ¿a qué vendrían los dos generales ingleses, que estuvieron aquí los dias pasados? Porque aquí indicaron que venían a estudiar sobre el terreno el sitio de 1812 y nosotros nos tragamos la bola como unos benditos.
Pero ahora resulta, que estuvieron también en Lisboa y en Badajoz y últimamente en Madrid, donde han sido recibidos por Don Alfonso, con quien han conferenciado largo y tendido, y no es lógico suponer que haya versado la conferencia sobre la guerra de la independencia, que venían a estudiar a España.
¿Qué será ello? El tiempo lo dirá.

Unos meses más tarde, la cosa seguía empeorando. A mediados de Julio, un escuadrón de Caballería del Regimiento "La Albuera" de guarnición en Salamanca es desplazado a la frontera. Una sección se dirige a Lumbrales y Fregeneda. Otras tres secciones a Ciudad Rodrigo.... Afortunadamente, todo quedó en "agua de borrajas"....