13 de febrero de 2012

Un hábil interrogatorio

Finalizó el año 1911 en la Zarza de Pumareda con un homicidio. Justamente el día 31 de Diciembre. Y no piensen ustedes en alguna juerga y como consecuencia de ella una reyerta. Fue, aparentemente, por cuestiones de trabajo. Al menos eso es lo que se deduce -aunque la cosa no queda muy clara- de la confesión del homicida, obtenida según el periodista con un "hábil interrogatorio" . ¡Me imagino yo como eran hace cien años los hábiles interrogatorios. Pero vayamos con el tema, tal y como lo contaba El Adelanto el día 3 de enero de 1912.


Un pastor asesinado. 
Ayer, en las primeras horas de la madrugada, llegó a nosotros la noticia de haberse cometido un horrible asesinato en el pueblo de Zarza de Pumareda.
En Zarza de Pumareda habitaban con sus respectivas familias los pastores Juan Martín Hernández, de veintiséis años de edad, y Víctor Cacho, de treinta y seis años. El primero se hallaba el día 31 de Diciembre pasado, guardando una piara de ovejas y cabras, que poco tiempo antes lo había sido por el segundo. Parece ser que ambos individuos discutieron sobre la procedencia de una de las reses que había en la piara, mas la cosa no pasó a mayores en aquel momento.
Cómo ocurrió el hecho
Cuando Juan Martín creyó que todo había terminado y se hallaba más descuidado, recibió por la espalda un tremendo golpe con un palo, que le hizo caer a tierra sin sentido. Entonces Víctor le dio varias puñaladas, rematando a su víctima con una gran piedra.
El descubrimiento del crimen.
Enteradas las autoridades locales del horrible suceso, dieron aviso inmediatamente al señor juez de instrucción del partido, el cual, sin pérdida de momento, se trasladó a Zarza de Pumareda, acompañado de varios guardias civiles del puesto de Vitigudino
Cuando estas autoridades estaban practicando diligencias, llegó una pareja de la benemérita de Barruecopardo, la que también comenzó a hacer averiguaciones para el esclarecimiento del hecho.


Detención del autor.
En seguida recayeron vehementes sospechas de que el autor fuera Víctor Cacho, el cual fué detenido. Este en un principio negó; mas sometido a un hábil interrogatorio, confesó ser el autor, explicando lo ocurrido en la forma que antes lo hacemos. El sujeto, en cuestión fue puesto a disposición del señor juez de instrucción de Vitigudino, el cual ordenó que fuese conducido a la cárcel.
Los instrumentos que usó el asesino.
La benemérita y el Juzgado instructor antes citados, a cuyos buenos servicios se debe el que no haya quedado impune este hecho, trabajaron sin descanso para poder encontrar los instrumentos con que se cometió el asesinato. Por fin, después de largo rato, pudo encontrarse el puñal con que causó varias heridas al desgraciado Juan, y la piedra con que machacó la cabeza de su víctima el asesino. El palo con que asestó el primer golpe no ha podido ser hallado. En la tarde del 31, Víctor Cacho, convenientemente atado y custodiado, fue trasladado a Vitigudino.


Indignación.
En Zarza de Pumareda y los pueblos próximos, ha producido gran indignación este sangriento suceso, tanto por la forma en que se ha realizado, como por ser la victima persona que gozaba de grandes simpatías.