En un año tan seco como el que estamos soportando, el hecho de que una charca tenga algo de agua resulta un bien inapreciable. Aquí tenemos una -la del Prado San Pedro- que dentro de lo que cabe contiene un volumen apreciable de agua. Claro que en condiciones normales en estas fechas debería de estar a rebosar, alcanzando la pasarela de piedra que vemos al fondo. En sus bordes podemos observar las florecillas blancas del ranúnculo acuático (Rannunculus aquatilis).