28 de enero de 2014

Los estudiantes

Si por algo se ha caracterizado Salamanca a lo largo de la historia es por su Universidad y en consecuencia también por sus estudiantes. Incluso hoy día. Es proverbial la intensa vida nocturna de diversión de nuestra capital charra. Traemos hoy a estas páginas una poesía de Federico Romero publicada en La Esfera el 11 de julio de 1914. Fue éste un famoso libretista de zarzuelas entre las que se encuentran algunas de las más famosas: La Rosa del Azafrán, Doña Francisquita, etc.

Los estudiantes

Los estudiantes pasan cantando

por las esquinas.

Ríen y ríen y van pasando

por tristes lares,

por nobles ruinas,

que alegrón siempre con sus cantares

las bulliciosas estudiantinas.

Pasan mozuelos barbilampiños

—apenas hombres, apenas niños—,

pasan patanes con sus mostachos.

¡Oh desenvueltos y vivarachos,

que se confunden, en su alegría,

con los muchachos.

Son caballeros,

son reñidores,

y, blasonando de su hidalguía,

jamás disputan por sus dineros,

pero se matan por sus amores.

Llevan al cinto nobles espadas,

rico legado de sus abuelos,

que las blandieron en las Cruzadas

por otras tierras, bajo otros cielos.

Llevan dispuestas flores galantes

en sus fogosos labios de grana,

para las bellas, que en su ventana

ven cómo cruzan los estudiantes.

Y no desdeñan las aventuras,

porque celebran sus travesuras

las buenas gentes con risa franca,

y las pregonan los romanceros

por las plazuelas de Salamanca.

Estos que rondan por las esquinas,

como bandadas de mariposas,

son de una raza de grandes hombres

Van á las aulas -aulas famosas

por salmantinas-

buscando lauros para sus nombres.

Este ha soñado con los laureles

de D. Juan de Austria batiendo infieles,

y presuroso va a licenciado....

pero se queda luego en soldado.

Aquél conoce la ilustre historia

de los maestros de la oratoria.

Tras luengos cursos

de la mas clásica lengua latina,

busca á algún emulo de Catilina

para aplastarlo con sus discursos.

Quien envidioso del rey de reyes,

Alfonso el Sabio, propone leyes.

Tal es bucólico y hacia el Parnaso

sigue las huellas de Garcilaso.

Quien al tablado lleva á la gente

como Quiñones de Benavente.

Cuál es filósofo que desentraña

la fe propuesta de antiguo credo...

Y todos ¡untos, con su denuedo,

son los que deben salvar á España.

¡Noches que vienen á mi memoria,

entre la bruma,

de las leyendas y de la historia!

¡Noches, oh, noches de luna blanca!

¡Poema famoso de Salamanca,

bien deseado para mi pluma!

¡Poema compuesto

por los galanes,

con pensamientos que no copiaron

de las Pandectas ni del Digesto,

que la poesía se la inspiraron

las bellas damas de sus afanes,

y no los libros legisladores,

siempre enemigos de trovadores!

¡Noches, oh noches claras de luna!

¡Cuántas canciones las que en el aire

son mensajeras de su fortuna!

¡Cuánto donaire

brota en los labios de los poetas,

bravos donceles,

que se acompañan con panderetas

de cascabeles!

¡Cuántos suspiros tras de las rejas,

de pechos nobles y virginales!

Y ellos, en tanto, por las callejas,

¡cómo se matan con sus rivales!

Asi caminan á todas partes

los bachilleres,

doctos en ciencias, sabios en arles

y afortunados con las mujeres.

¡Vayan marchando

las juveniles estudiantinas!

Sigan cruzando

por las esquinas.

Mientan amores bajo las rejas

de las hermosas.

Crucen y crucen por las callejas

tan bulliciosas,

mientras, siguiendo sus correrías

con raudos giros,

van cien canciones y mil suspiros

de simpatía.

Corran la senda de la aventura,

como les dicte su pensamiento,

Rindan á todos con su contento,

con su optimismo, con su locura...

¡Siempre galantes,

rondando en noches de luna blanca,

pasen cantando los estudiantes

por las callejas de Salamanca!

FEDERICO ROMERO