30 de enero de 2014

Sajeras de Malvarín

Ya en otras ocasiones hemos traído a estas páginas algún poema de poema del sacerdote don Matías García Miguel (1873-1954), natural de San Felices de los Gallegos y que ejerció su ministerio pastoral en la zona del actual Arciprestazgo de Águeda, falleciendo en Fuenteguinaldo en 1954. Se le conocía con los apelativos de "el cura poeta" o el "azabeño" . En este caso nos habla del montaraz de Sajeras ( o Sageras) una finca situada entre Fuenteguinaldo e Ituero de Azaba.

 

 

SAJERAS DE MALVARIN

Cuando vayas por Sajeras
te recomiendo de veras,
para tu honesto solaz,
que no pases adelante
sin descansar un instante
en casa del montaraz.

Bajo su alta chimenea
el edificio blanquea
encima de una colina,
de donde la vista alcanza
desplegarse en lontananza
un grande monte de encina.

Da grata sombra al corral
un magnífico parral
y perfumes un jardín
y de la puerta delante
se atraviesa vigilante
un pacífico mastín.

Bajo una copuda encina
hay en la era vecina
una mesa de pizarra,
donde merienda en verano
el montaraz campechano
y empina, alegre, la jarra...

El montaraz una esposa
tiene, honesta y hacendosa,
limpia como una patena,
que madruga con el día
y con su innata alegría
a todos quita la pena.

El montaraz es moreno,
tan sencillo como bueno
y de calma y reflexión;
de poca palabrería,
pero de mucha hidalguía
y correcta educación.

Entre carrascos nacidas,
como sus troncos fornidas,
como las copas bizarras,
el montaraz de Sajeras
tiene tres hijas solteras,
tres hermosas hijas charras.

En las pocas ocasiones
que asisten a las funciones
de los próximos lugares
causan gozo verdadero
por su garbo y su salero
y sus galas y collares...

Han pasado muchos años
y mil sucesos extraños
entre tanto han ocurrido;
el montaraz ha enviudado,
segunda vez se ha casado
y otros hijos ha tenido.

Las tres mozas, ya cansadas
de estar en el monte aisladas
y permanecer solteras,
con labriegos se casaron
y a lugares se marcharon
inmediatos a Sajeras.

Y en una próxima villa
con una charra sencilla
y de buena posición
se casó su hijo bizarro,
que es un arrogante charro
que no ha dejado el calzón.

La segunda montaraza
por su gordura y cachaza
de su esposo es embeleso,
pues estaba en las espinas
y adquirió entre las encinas
más de cien kilos de peso.

El día del cumpleaños
acuden todos los años
a ofrecerlo sus respetos
al buen anciano a Sajeras
sus hijos, yernos y nueras
y una cáfila de nietos.

Y también anualmente
el abuelo complaciente
monta en su potro castizo
y a su familia va a honrar
en el santo del lugar,
la matanza y el bautizo.

La montaraza que es buena
guarda siempre en la alacena
un magnifico puchero
de leche sabrosa y pura
para darle un vaso al cura
de la parroquia de Ituero.

Cuando vavas por Sajeras
te recomiendo de veras,
para tu honesto solaz,
que no pases adelante
sin descansar un instante
en casa del montaraz...